No hay nudos. La estúpida desidia murió lentamente atormentada en sueños por nuestros besos. El cielo, a tus pies. Lo conquistaron tus ojos.
Somos más que agua hirviendo. Somos dos corazónes malviviendo. Pero el ritmo impuesto es nuestro acierto, nosotros controlamos el tiempo.
Y es que no podemos vivir en invierno, que derretimos el frío y el cierzo.
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