sábado, 7 de abril de 2012

Allí dónde nace un preludio, el verbo acción hilvana las palabras que han de conquistar los corazones para la eternidad. Crecen poco a poco los deseos que un día perdieron las estrellas rutilantes que quisieron marcar el camino. Y a lo sumo sólo el sudor es quien de marcar las piedras del camino, quien enseña cómo respirar en el fango, a remar a contracorriente, a aguantar los martillazos de los codiciosos sueños que tiñen de blancos rotos.
A ganar una apuesta de antemano perdida... entonces el tiempo al tiempo da paso a ese preludio hecho ya cuerpo.
Ahora el desenlace ya sólo depende de que tú alma sepa escoger la luz inspirada y la decisión ni poco equívoca ni muy correcta. Y por el camino de un camino sin mapa que, con suerte, ya lo habrán tatuado tus ojos en mi espalda, y yo sin espejos pero sobrado de cielo negro, roto de tormentas y vacío de emociones.