Del día en que la luna perdió su sentido,
sabiendo que el preludio de su verbo era el fin de una parte, de su parte.
El mar zozobró, se fue a la deriva de lo eterno,
del esperar a la estrella de la inspiracion que ponga
un terrón de azucar en su punto de limón amargo y parte.
Se esborracaron las carreteras bebiendo los caminos,
curvando las tierras y quemando los cinceles de aquellos
que vieron como el alquitrán mortificaba sus sueños.
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