sábado, 12 de enero de 2013

Me falta tiempo para malgastar, pero verás...

Mis maletas no se hicieron para llorar.
Mis sueños no entienden de lamentos.

Pero te cuento...

Que fue ella quién se llevó mi viento.
Quien se llevó mi risa, mis prisas por su sonrisa.
El invento de su vera era falta. La llama pobre y el carbón, estoque y veneno.

Aún así sigue ahí, mientras yo sigo, entre otros lados, nunca aquí. En su sombra, a los pies de nadie.

La soledad es un testigo enfermo, morboso pero de hocico corto.
Y entonces yo, nacido para jugar, descosido de normas, allí dónde la excepción es la regla y la magia el borde del camino, sigo atado.
Pero no a un reloj, ni a un corazón ni a sus ojos.
A los que vendrán.

Y yo, que siempre soy las negras en este juego... que no se mover primero, espero, y pierdo el respeto por mi momento.

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