sábado, 26 de mayo de 2012

Hay cosas más bonitas que un corazón moribundo lleno de razón, que el tiempo persiguiendo a su maldita sombra a través de la luz; más que el olvido desterrado junto al letargo de la cama, al muerto frío   sinónimo de "vacío", que ya no era lecho, era martirio.
Y mira que en ese respiro de piel con piel, de sudor con pasión se curan hasta el más desgraciado de los quejidos, el más lamentado de los proscritos encuentra abrigo.


Pero el infierno llegó, tan cruel como el sol, en la hora que le toca vestirse del asesino de la luna. Y la pobre, aún sin haber quemado sus balas, no pudo más que soportar el trágico final que le aguardaba al alba.

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